Pergaminos y estilos
Al principio, los pergaminos eran gruesos, pero para el siglo XII lograron una textura tan fina como el papel de seda. Se vendían en docenas y sus precios variaban: en 1298, la Sainte-Chapelle de París compró 972 docenas por 194 libras y 18 sous. En Inglaterra, en 1301 costaban 1¼ peniques por piel, y en 1358-1359, 6 peniques por dos docenas.
Estilos
Celta: Los amanuenses monásticos celtas, con gran talento, creaban manuscritos decorados usando una limitada paleta de colores hechos con materiales locales. Sus intrincados motivos en espirales, nudos, animales y aves brillan en la página, realzados por filas de puntos rojos que los rodean.
Otoniano: Los manuscritos otonianos (siglo X - principios del XI) destacaban por sus grandes letras doradas y páginas de vitela coloreada. Un sencillo esquema de violeta, verde claro y contornos rojos realzaba su riqueza visual.
Gótico: Inglaterra, Francia y Bélgica continuaron siendo importantes centros de producción de manuscritos, aunque los gremios de artesanos seculares fueron desplazando poco a poco a los monasterios a medida que la demanda de libros crecía. El uso del oro en relieve y la decoración con destellos blancos se volvieron característicos. El estilo evolucionó, dejando atrás los personajes grotescos, extraños y simbólicos del siglo XII, para dar paso a las flores realistas que adornan las orlas de los libros a finales del siglo XV.
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